La tragedia de la emancipación de la mujer

Emma Goldman

Extraído del texto «La tragedia de la emancipación de la mujer»

«Necesitamos desprendernos sin trabas de las viejas tradiciones y costumbres, y el movimiento en pro de la emancipación de la mujer no ha dado hasta ahora más que el primer paso en esa dirección. Hay que esperar que se consolide y realice nuevos avances. El derecho al voto y la igualdad de derechos civiles son reivindicaciones justas, pero la verdadera emancipación no comienza ni en las urnas ni en los tribunales, sino en el alma de la mujer.

La historia nos cuenta que toda clase oprimida obtuvo la verdadera libertad de sus conquistadores por sus propios esfuerzos. Es preciso que la mujer aprenda esa lección, que se de cuenta que la libertad llegará donde llegue su capacidad de alcanzarla. Por consiguiente, es mucho más importante que empiece con su regeneración interior, que abandone el lastre de los prejuicios, de las tradiciones y de las costumbres.

La exigencia de derechos iguales en todos los aspectos de la vida profesional es muy justa, pero el derecho más importante es el derecho a amar y ser amad@. Por supuesto, si la emancipación parcial ha de convertirse en una emancipación completa y auténtica de la mujer, deberá acabar con la ridícula pretensión de que ser amada, convertirse en novia y madre, es sinónimo de esclava o subordinada. Tendrá que terminar con la ridícula idea del dualismo de los sexos, o de que el hombre y la mujer representan dos mundos antagónicos, la mezquindad separa y la libertad une, seamos grandes y desprendidas y no olvidemos los asuntos vitales, agobiados por las pequeñeces.

Una idea verdaderamente justa de la relación entre los sexos no admitirá los conceptos de conquistador/@ y conquistad@; lo único importante es darse a sí mismo sin límites para encontrarse más rico, más profundo y mejor. Solamente eso puede llenar el vacío y transformar la tragedia de la mujer emancipada en una alegría sin límites.»

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