«Indig-Nación»

Por Mario Roberto Morales – Guatemala, 12 de octubre de 2011
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Ante afrentas globales, respuestas globales. Ante problemas locales, soluciones locales.

Desde El Cairo hasta Santiago de Chile, pasando por Madrid, Londres, Atenas, Nueva York, Washington, Tampa y otras ciudades estadounidenses, el movimiento “indignados-ocupas” responde a la misma causa: las nefastas consecuencias de las medidas neoliberales de privatización e hiperconcentración de los capitales corporativos transnacionales y de sus fraudulentos malabarismos financieros, el consiguiente aplastamiento de las posibilidades laborales de las capas medias y el cercenamiento del futuro de millones de jóvenes (profesionales o no) en todo el planeta. A causas globales, acciones globales.

La crisis financiera que empezó en Estados Unidos en el 2008 y que sigue su curso implacable, se ha visto agravada por el hecho de que el Estado salió al rescate de los banqueros que la provocaron, en lugar de ayudar a las víctimas de la estafa financiera. La causa de esto es que el gabinete de Obama está integrado por los cabecillas del fraude global, pues fue Wall Street la que financió la campaña de este demócrata en el que toda la ingenuidad políticamente correcta recayó celebrando su condición racial.

Al rescatar a los banqueros estafadores dejando intactas las fortunas habidas gracias a la crisis, el sistema financiero mundial y sus operadores persistieron en sus prácticas de mercados de finanzas “libres”, y el resultado ha sido una mayor acumulación de capital en las pocas manos de los codiciosos, en desempleo para grandes conglomerados en todos los países y en el movimiento de protesta global conocido como de los “indignados- ocupas”.

Ocupar Wall Street y no Irak es una consigna que resume una férrea postura popular contra el ala más derechista del Partido Republicano (y sus expresiones folklóricas como el Tea Party) y contra los gobiernos y gobernantes que han bajado la cabeza ante las estúpidas recetas neoliberales, ideadas a favor de sus patronos por los economistas a sueldo de las transnacionales –Milton Friedman y sus Chicago Boys–, exégetas de Pinochet y –al igual que los neoliberales tercermundistas– propugnadores de dictaduras de mano dura para implementar por la fuerza “milagros” como el chileno, puesto ahora en la picota por un poderoso y creciente movimiento estudiantil que exige una educación pública gratuita y con calidad académica.

El neoliberalismo es la estupidez más grande del siglo XX. Allí está la Inglaterra de Tatcher, el Estados Unidos de Reagan, el México de Salinas, la Argentina de Menem y el Chile de Piñera para demostrarlo. Y a pesar de esto, nuestros neoliberales vernáculos siguen repitiendo su mantra de “mercados abiertos”. ¿Cuáles mercados, en un país improductivo que vive de las remesas de sus expulsados “ilegales” y del lavado de narcodinero, y no de la productividad empresarial “libre”, tutelada en nuestro caso por una oligarquía feudalizante que no sabe la diferencia que hay entre los grandes costos sociales que conlleva la extracción de plusvalía absoluta y la productividad en ascenso que implica la extracción de plusvalía relativa?

Una oligarquía que ignora esto y una clasemediera ala neoliberal que aboga por la “libertad de mercados” pero que no se posiciona en contra de aquélla, sino de una izquierda que sólo existe en su imaginación anticomunista de guerra fría (antisoviética y anticastrista), merece una respuesta de “indig-Nación”; es decir de una nación de indignados que con conciencia crítica y organización política amplíe el capitalismo a nuevos empresarios e instaure un Estado fuerte, eficiente y probo.

 

 

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