75 Aniversario de la muerte de Buenaventura Durruti (1896-1936)
Fuente : http://lapalabracomoarma.blogspot.com/2011/11/75-aniversario-de-la-muerte-de.html
Ferrán Aisa / Periódico cnt
La filosofía de Marx proponía el principio del orden y de la creación, mientras que Bakunin era partidario del caos y la rebelión. Rimbaud, por su parte, consideraba que para transformar el mundo primero había que cambiar la vida. El mundo de las vanguardias y de los movimientos obreros revolucionarios, que siguieron estos parámetros filosóficos, iniciaron el camino hacia la emancipación social.
Buenaventura Durruti era un hombre de acción, su lucha era emancipadora, su carisma anarquista imponía respeto… Durruti hacía de su acción y de su lucha poesía pura, como quedó patente en la entrevista que le hizo el periodista Van Passen para el periódico canadiense Toronto Star, donde sus palabras se alzan con una gran sensibilidad poética: «Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero –le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones –dijo murmurando, ásperamente. Y luego agregó: -Ese mundo está creciendo en este instante.»
Las palabras de Durruti eran poesía revolucionaria en acción, una poesía destinada a cambiar la vida y a transformar el mundo. Pero el 20 de noviembre de 1936 Durruti topó con la parca en la Ciudad Universitaria de Madrid, por tanto ahora se cumple 75 años de su muerte. Durruti murió de un disparo en pecho. Un disparo que todavía hoy se desconoce el fusil de donde salió la bala… Se ha hablado mucho de las sietes muertes de Durruti…, pero tal vez la muerte se produjo accidentalmente por la bala que salió de su propio naranjero. La muerte de Durruti, como el Aquiles de la tragedia griega, amplió aún más su condición de héroe. Durruti fue el héroe libertario por excelencia. Durruti fue ensalzado y convertido en leyenda por los milicianos de las columnas confederales que luchaban en el frente contra el fascismo y por los militantes anarcosindicalistas que, en la retaguardia, habían comenzado a construir la nueva sociedad bajo el prisma de la autogestión libertaria. El cuerpo sin vida de Durruti fue trasladado de Madrid a Barcelona y expuesto en el vestíbulo de la Casa CNT-FAI, en la Via Laietana que, aquel mismo día, se llamó Durruti. Su féretro fue cubierto con una bandera roja y negra… Su muerte generó muchas alabanzas, pero una gran parte de ellas eran falsas, pues muy pronto traicionaron las aspiraciones revolucionarias de Durruti.
La manifestación que generó su sepelio fue impresionante, pues cerca de un millón de personas ocuparon todas las arterias urbanas por donde pasó la comitiva camino del cementerio de Montjuïc. A la cabeza de la manifestación todas las bandera antifascistas habrían paso a los responsables políticos, sindicales y militares, entre ellos, Companys, Comorera, García Sandino, Pi i Sunyer, Garcia Oliver, Montseny, Peiró, Marianet, Puig Elias, Nin y, entre otros, el cónsul de la URSS Ovseenko. Todos los sindicatos de la CNT, las agrupaciones de la FAI, comités de las JJ. LL. y de las Mujeres Libres seguían la comitiva y detrás de ellos miles y miles de trabajadores. También se manifestaban con dolor y rabia clamando en sus pancartas de «venganza» los milicianos de la Columna Durruti, En definitiva, todo el pueblo se había echado a la calle para acompañar a Durruti en su último camino… Era la última manifestación unitaria del pueblo trabajador y antifascista, pronto se pondría en juicio la revolución y se iniciaría la lucha fratricida, y la contrarrevolución acabaría con las esperanzas emancipadoras del pueblo trabajador. Y los anhelos de transformación social se convertirían en historia… Aquel día gris y lluvioso de noviembre la manifestación popular que transcurría por la calles de Barcelona era rota tan solo por el trotar de los caballos de los milicianos de la FAI, del POUM y de la guardia urbana que rendían honores al luchador anarquista. Los motoristas de las patrullas de control habrían el paso… Entre la inmensa gente que acompañaba los restos de Durruti, dos bandas de música, a distinto ritmo, interpretaban Hijos del Pueblo. Durruti fue enterrado el día siguiente. El entierro fue una metáfora una especie de canto del cisne que auguraba que con Durruti se enterraba la revolución española.
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