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Guatemala.- A propósito de la independencia: las cosas que no cambian.

miércoles, septiembre 18th, 2013

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Ana G. Aupi

Este mes, como todos los septiembres, los símbolos patrios son pulidos y desempolvados, y condecoran cual insignias la única patria que Guatemala reconoce.

Patria viene del concepto “tierra del padre”, de sus propiedades. Y es así, como esta semana hace gala Guatemala definiendo quiénes son los padres de la patria, cuáles sus hijos[1] legítimos y cuáles los bastardos. Y por consiguiente, cuáles son las propiedades y quiénes los propietarios, es decir, los patriarcas.

El pasado martes 10 de septiembre, Alfred Kalschmit hacía gala en su columna de Prensa Libre, de lo que él denominó su “etnos”, en referencia al grupo al que pertenece, y mencionaba ”eso de ya no querer ser guatemaltecos, de reclamar derechos de territorio y leyes propias suena a país dividido”.

Refiriéndose a las denuncias que defensores y defensoras de derechos humanos interpusieron contra la Fundación contra el Terrorismo por las publicaciones difundidas este año, las cuales -cabe decir- han tenido una sanción moral del Procurador de Derechos Humanos de Guatemala por incitar al odio y a la confrontación social.

Añadía “aquí nadie vino primero a estas tierras de volcanes y bosques ya casi agotados y en la cuales algunos se abrogan ser sus descendientes y reclaman derechos patrimoniales de sus bienes raíces”.

Resulta paradójico que A.K. bajo la argumentación del rigor histórico, pueda sacudirle tantos siglos a la historia de Guatemala.

Con poco menos de 200 años, el Estado de Guatemala y su jurisdicción, parece para dicho columnista indiscutibles al igual que para el grupo y grupos, que pertenecen a su “etnos”, efectivamente hay cosas que no cambian.

Ojo señor A.K.: la independencia criolla de 1821 no es el inicio de la historia, y por supuesto, la caída del muro de Berlín en 1989 tampoco es el fin de la historia.

Pareciera que el mito fundacional de su “etnos” desciende del barco o de un Acta de independencia que firmaron un puñado de hombres blancos y adinerados encerrados en su castillito. Efectivamente hay cosas que no cambian.

Este Estado, esta Nación, que se viste de gala bajo el discurso de la libertad, establece quiénes son dueños de la historia y del territorio, y quiénes no lo son.

Y luego como si se tratara de Maquiavelo, justifican las consecuencias de dicho saqueo, como falta de actitud ante del desarrollo. En palabras del vecino de columna de Kalschmitt, José Raúl González, “el primer rasgo de esa mentalidad empobrecedora es pensar que tenemos derecho al desarrollo”.

EN BUSCA DEL ORO: HAY COSAS QUE NO CAMBIAN

Las pequeñas diferencias de ese “etnos” colonizador es el avance tecnológico que les permite saquear el oro que hace 500 años no pudieron, explotar petróleo, privatizar las cuencas hidrológicas, hacer que la tierra cultivable produzca combustible para alimentar a las maquinas, en vez de producir granos, frutas y verduras para alimentar a miles de familias desnutridas, etc.

Los saqueos que el territorio y los pueblos han tenido desde hace ya 500 años en esta tierra de árboles y volcanes, fueron impulsados en gran medida por la búsqueda de las riquezas naturales y de mano de obra barata para el recién naciente sistema capitalista.

La búsqueda del oro fue una de las motivaciones de la invasión española, aunque fue la explotación y exportación agrícola las que configuraron el Estado de Guatemala, como hoy lo conocemos.

En la actualidad, el oro (y otros metales) y lo conocido como oro negro (petróleo), siguen siendo un motivo para que empresas extranjeras con subsidiarias nacionales y con todo el respaldo del Estado, hagan la misma operación violenta de imponer un modelo económico basado en la búsqueda de riquezas de este territorio.

Concretamente el petróleo figura como un eje dominante dentro de la economía guatemalteca, siendo el cuarto producto de exportación en el país.

Las ahora conocidas como industrias extractivas, son una de las prioridades del gobierno actual, en el caso del petróleo concretamente, forma parte del tercer eje fundamental de la política energética, el cual plantea fundamentalmente la reconversión de la producción de la energía para aumentar la producción de petróleo para exportación.

Y en el caso de la minería, es también una prioridad, dado que la modificación de la ley que la rige se sitúa en el área del sector energético como parte de las acciones claves de la Agenda Nacional de Competitividad 2012- 2021.

Esto significa que el gobierno va darle prioridad a los proyectos mineros y petrolero, y por tanto, va a ejecutar los proyectos necesarios para que estos se lleven a cabo, que son los megaproyectos de infraestructura, entre los que están, la activación del Plan de expansión del sistema de transporte eléctrico-PET-  y Programa de electrificación rural –PER-, el desarrollo de los anillos de interconexión eléctrica, la producción de energía a través de hidroeléctricas, geotérmicas y geotérmicas, carreteras y mega carreteras, etc.

La minería, concretamente, está muy ligada al desarrollo de los megaproyectos, dado que es un sector de los más interesados en que estos avancen. Quizá por ello estas fueron las grandes financiadoras del encuentro de empresarios inversionistas el pasado 31 de mayo, el Invest Summit Guatemala 2013, inaugurado por Otto Pérez Molina y financiado en su mayoría por Montana Exploradora, Mina San Rafael y CGN.

Estos proyectos suponen en la mayoría de ocasiones un beneficio directo para el sector empresarial, y múltiples problemáticas para los pueblos que habitan las regiones que poseen más elementos naturales, ya que a pesar del discurso de la generación de empleo, y de que son “los principales ingresos en las arcas del Estado por concepto de regalías[2]”, no se materializa en beneficios para la población.

El caso paradigmático que ejemplifica esto, es el de Rubelsanto, donde la enfermedad campas a sus anchas por la explotación petrolera, y la población no ha sentido ningún aumento de empleo[3] y mucho menos beneficio alguno de los fondos como el Fonpetrol.

Las empresas entran o entran, eso no ha cambiado, generando conflictividad en las regiones que son víctimas de las licitaciones que el gobierno otorga.

Por mucho patriotismo que sienta este mes, en el día a día, estas comunidades sufren desplazamiento forzado, eliminación de las formas de subsistencia y la constante coerción, amenaza y persecución judicial y extrajudicial, por parte del siempre desembarco transnacional en busca de las riquezas naturales de Guatemala, y gran parte del territorio de Abya yala[4].

La búsqueda del oro, parece que también es uno de los elementos que no cambian por más que pasen los siglos, y que recuerda, de quién, la patria y qué intereses defiende.

La independencia de la que el Estado y sus representantes se hacen la boca grande en estos días, fue una lavada de cara, un cambio de manos. Y haciendo honor al rigor histórico al que Kalschmitt se refiere, cabe mencionar un dato que muestra como esta fiesta de independencia es solo un poquito más de opio.

Antes de marzo de 1821, el general Gainza era Subinspector de las fuerzas en el Virreinato de Nueva España, y cuando se firmó el “Acta de independencia de Centroamérica”, simplemente pasó a ser en 1821 Jefe Político Superior de la Provincia de Guatemala. Es decir, el mismo representante del territorio para la Corona española, fue el que después de la creación del Estado, asumió la dirección de este en agosto de 1821.

Además, en el Acta mencionada queda reflejada exactamente el matiz histórico al que nos referimos “Antes de que el pueblo con sus armas los declare”, es decir, antes de que otros por sus armas lo declaren, lo declaramos nosotros, nuestro “etnos” y a quienes representamos.

 Efectivamente hay cosas que no cambian, y valdría la pena que en este mes donde parece que somos mejores ciudadanos o ciudadanas las que nos sentimos profundamente amantes del quetzal, podríamos preguntarnos cuántofacilita esto la tarea, a los que por un par de siglos han pretendido vendernos la idea de que Nuestros padres lucharon un día, encendidos en patrio ardimiento, y lograron sin choque sangriento colocarte en un trono de amor.”

Cabe decir, que el himno original de 1897, el que se inventó cuando se fundó esta patria, lo que decía realmente era “Nuestros padres lucharon un día, Encendidos en patrio ardimiento, Te arrancaron del potro sangriento Y te alzaron un trono de amor.”

Sabemos que la historia es interpretada por los vencedores y los Estado quedan representados por ellos o al menos, por sus operadores, y otros caporales de diversa índoles.

No es tan fácil pretender que nos sintamos hijos legítimos de la patria y la celebremos, cuando día a día podemos percibir que somos hijos e hijas bastados de un choque sangriento, entre pueblos, que pretende ser apantallado bajo el argumento de la no división, invisibilizando el saqueo cotidiano transnacional.

Me pregunto quién hace el saqueo, de q “etnos”, para que los padres de la patria no reaccionen ante su consigna “Si mañana tu suelo sagrado, lo amenaza invasión extranjera…”.

Y es que, por mucho que se lave la cara el quetzal o se reescriba el himno, del Que tus hijos valientes y altivos, Ven con gozo en la ruda pelea, El torrente de sangre que humea, Del acero al vibrante chocaral Pues tus hijos valientes y altivos, que veneran la paz, cual presea, nunca esquivan la ruda pelea, si defienden su tierra y su hogarhay severas diferencias entre su “etnos” y el de los pueblos.

Ya que por mucho que se le cambie la letra al himno, libre al viento tu hermosa bandera” no dejamos de recordar que se trató de Tinta en sangre tu hermosa bandera”.