Látigo en mano, Emma Goldman feminista y crítica del feminismo
martes, marzo 5th, 2013Por Proyectil Fetal
http://proyectilfetal.blogspot.com/2008/11/ltigo-en-mano-emma-goldman-feminista-y.html
“La pequeñez separa, el aliento une, seamos amplias y grandes”
Emma Goldman
La vieja y querida Emma Goldman, a lo largo de su extensa y prolífica carrera dentro del movimiento anarquista del siglo XX, ha producido gran cantidad de textos políticos a los cuales lxs activistas vuelven con mucha menor asiduidad con la que visitan a otros pensadores ácratas. Usualmente estos textos de Goldman son criticados por el feminismo de izquierda por ser justamente lo que son: texto de arenga anarquista en la barricada misma. Proyectil Fetal toma el pensamiento de Emma Goldman, no acriticamente cual gospel libertario, sino para hacerlo vivir en su discusión hoy, y para rescatar la capacidad especial de Emma de meter el dedo allí en la llaga misma del feminismo mainstream de su época y, al mismo tiempo, de oponerse a las prácticas de sus propios compañeros de militancia del movimiento anarquista látigo en mano.
En los textos de Goldman siempre se encuentra una preocupación por la pasión, la alegría y el compartir los cuerpos eróticamente, conceptos claves de la realización de las personas sin los cuales la lucha y la revolución social no pueden realizarse. Aun hoy estas nociones- que en si misma y para su época son de una innovación y radicalidad sin precedentes- superan ampliamente las conceptualizaciones habituales sobre el amor libre anarquista que no llegan a traspasar el límite de formar pareja pero sin contrato legal.
Ahora bien, las nociones más brillantes del pensamiento y acción de Goldman se ven opacadas en una maraña de ideas a veces un poco baladí sobre el rol de la mujer. Es menester encontrar incluso en esos párrafos saturados de romanticismo las figuras de pensamiento que anticiparon conceptos que el feminismo de la segunda ola hizo propios (como la doble jornada, que explicaremos más adelante) o su crítica profunda y audaz al primer feminismo (sufragista) que devendrá feminismo de la igualdad, para devolverle a Goldman su interés por el pensamiento de emancipación de las mujeres. Incluso más, muchas veces Emma Goldman es incorrectamente interpretada por el propio movimiento anarquista[1] cuando toma su crítica cabal al feminismo más popular de su época, anteriormente mencionado, como una crítica a todo el movimiento de emancipación de la mujer al cual tildan de burgués.
Una de las afirmaciones más lúcidas que se puede leer en los textos de Goldman es justamente que no hay un solo feminismo, sino muchos, y no todos tienen el valor y el coraje para cambiar profundamente las estructuras de poder y dominación que habitan en los corazones, incluso de las mujeres. Por ejemplo, en el texto titulado La tragedia de la emancipación de la mujer de 1911 ella afirma y visibiliza un eje fundamental del pensamiento anarco queer, a saber: que “El derecho al voto o a la igualdad de derechos civiles pueden ser buenos reclamos pero la verdadera emancipación no empieza ni en las cortes ni en las urnas. Comienza en el alma de la mujer[2].” O por ejemplo, “Ahora la mujer se enfrenta a la necesidad de emanciparse de la emancipación, si realmente quiere ser libre. ¿Qué ha logrado con su emancipación? Sufragio universal en algunas regiones. ¿Purificó eso nuestra vida política, como predijeron muchos bien intencionados defensores? Ciertamente no.” Es usual que frases como estas sean entendidas en desmedro de todos los feminismos a los que se clasifica en bloque como “burgueses” o “reformistas”, y hasta peligrosos para la finalidad de la emancipación de toda la humanidad. Por el contrario, sostenemos que afirmaciones como esta y otras ([la emancipación] “Tendrá que deshacerse de la absurda noción del dualismo de los sexos o del que el varón y la mujer son mundos antagónicos.”) predicen la lucha que hoy encara cierto activismo anarcoqueer contra el dualismo de los géneros y el separatismo de los sexos.
Asimismo, otro de los grandes momentos de este texto[3] advierte sobre dos cuestiones fundamentales: una de pura cepa anarquista- la abolición de toda forma de trabajo asalariada-, y la otra, del feminismo más contemporáneo- la doble jornada laboral, que puede ser entendida como las tareas domésticas (obviamente no remuneradas e invisibilizadas) que las mujeres realizamos en nuestros hogares tras retornar a la “paz” después de un largo y agotador día de trabajo a la par del varón, tareas que, como si fuera poco, se suponen como naturales y propias de las mujeres, y que solo son superadas, en el caso de las que pueden pagarlo, mediante la explotación de otra mujer (empleada doméstica, también conocida como mucama, sirvienta, o simplemente como “la chica”) que “ayuda” en el hogar para que la mujer emancipada económicamente pueda realizarse en su vida profesional, y cuya culpa algunas “feministas” de hoy lavan sacando breves columnas editoriales que critican la ley de trabajo doméstico para estas empleadas en el territorio argentino. La bella indignación anarquista de Emma Goldman no solamente plantea la doble jornada laboral como consecuencia inevitable -en el actual ordenamiento económico- político y en otros que conservan el Estado como forma de transición- de la emancipación sufragista de la mujer sino también desenmascara el doble discurso y la hipocresía de buena parte de los feminismos que derivan de sus hermanas sufragistas, que basan su realización en la explotación de otra mujer, como dijimos antes[4].
El feminismo de Goldman, lo haya o no llamado así para diferenciarse de aquellas a las cuales estaba criticando, inaugura un espacio que hoy lamentablemente no es a menudo ocupado por mujeres que se autodenominen anarquistas, sino por otras que revisan a fondo los presupuesto básicos (y cómodos, a esta altura que la cuestión de la mujer forma parte de las políticas y las agendas de Estado) del feminismo políticamente correcto y/o institucionalizado, que redunda en pacata reducción de toda violencia de género a un mal intrínseco e inmanente a todo otro sexo que no sea aquel biopoliticamente denominado “mujer” en la sala de la corporación médico-jurídica, en especial, los varones y en una fuerte represión sexual que no ha hecho nada por el libre ejercicio de la sexualidad de las mujeres y el uso creativo de sus placeres [5].
¿Qué pasó en el seno mismo del anarquismo más difundido cuando seguimos repitiendo conceptos como que la abolición de todas las inequidades de género será obtenida únicamente tras la revolución social y que hoy por hoy la lucha por la emancipación radical y total de las mujeres y de toda expresión de género subalterna no tiene sentido puesto que “somos todxs iguales para la anarquía”? Esta unidad se torna falsa y peligrosamente cercana a la cuestión principal y secundaria que afirma el marxismo, porque no se unen las individualidades realmente en el aliento por el cual abogaba Goldman sino que muestra la negativa de muchos a deshacerse de sus privilegios de género/sexo para lograr devenir realmente libres e iguales.
Cerremos simplemente con otras destacadas palabras de Goldman que también son aplicables a nuestro anarquismo local no para considerarlo torpemente misógino como hace el feminismo de la izquierda partidaria para captar adeptas a su secta y el progresista para justificar su reformismo, sino para hacerlo crecer y dar el famoso paso adelante que se propone en esta misma frase: “Ciertamente, el movimiento por los derechos de la mujer ha roto muchas cadenas pero también ha forjado nuevas… Necesitamos deshacernos de nuestras viejas tradiciones y hábitos. El movimiento de la mujer, solo ha dado el primer paso. Esperemos que junte coraje para dar el próximo…La mujer debe aprender esa lección, y ser conciente de que su libertad llegará tan lejos como llegue su capacidad para lograrla. De allí que es más importante que ella comience con su regeneración interior para liberarse del peso de los prejuicios, las tradiciones y las costumbres.”
Si, Emma, esperamos, y hacemos el mismo tiempo.
[1] También es usual ver esta interpretació n, en nuestra opinión, incorrecta en los trabajos que la academia produce en torno a la temática anarquista de género que soslaya que el anarquismo, afortunadamente, carece de doctrina o libro canónico unificado y, por ende, no es anti feminista o contra feminista per se, como algunas teóricas quieren, convenientemente para si mismas, hacer ver, tan solo basándose en alguna opinión poco feliz de alguno de los muchísimos pensadores anarquistas que reflexionaron en torno a “la cuestión de la mujer” expresaron.
[2] Esta crítica a los derechos civiles bien puede ser aplicada a las luchas actuales de la mayoría activistas GLTB a nivel internacional y local que buscan el derecho a poder ser una familia pequeño-burguesa normal con todas las de la ley.
[3] “Y todas aquellas que alcancen la deseada igualdad generalmente lo hacen a expensas de su bienestar físico y psíquico. Y para la gran masa de mujeres trabajadoras, ¿cuánta independencia se gana si la estrechez y falta de libertad del hogar es reemplazada por la estrechez y falta de libertad de la fábrica, las tiendas o la oficina? Mas aún después de un duro día de trabajo, está la carga de ocuparse de un “hogar dulce hogar”- frío, atemorizador, desordenado, poco acogedor. ¡Gloriosa independencia! No es sorprendente los cientos de jóvenes dispuestas a aceptar la primera oferta de matrimonio hartas y cansadas de su “independencia” detrás de un mostrador, una máquina de coser o de escribir.”
[4] “Cada movimiento que tiene por objetivo la destrucción de las instituciones existentes y su reemplazo con algo más avanzado, más perfecto, tiene sus seguidorxs que en teoría sostienen las ideas más radicales, pero quienes, sin embargo, en sus prácticas diarias, son como el filisteo promedio fingiendo respetabilidad y pidiendo a gritos que sus enemigos lxs consideren con respeto. Hay socialistas y anarquistas incluso que abogan a favor de la idea de que la propiedad privada es robo, y sin embargo se indignarían si alguien les debe el valor de una docena alfileres.”
[5] “El gran movimiento de verdadera emancipación no se ha encontrado con una gran raza de mujeres que puedan mirar la libertad a la cara. Su visión estrecha y puritana ha desterrado de su vida emocional al varón como personaje molesto y dudoso.”