GUERRA CIVIL ESPAÑOLA: REVOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN EN EL BANDO REPUBLICANO
viernes, julio 15th, 2016Se está conmemorado este año el 80 aniversario de la Guerra Civil Española. Pero parece que casi todas las lecturas que hacen obvian que en 1936 en España también hubo una Revolución. Este texto trata de este acontecimiento revolucionario y su reverso contrarrevolucionario en la “zona republicana” y está dividido en dos partes, la del alza de la Revolución (Julio 1936 – Mayo 1937) y la del ascenso de la Contrarrevolución (Junio 1937 – Abril 1939). Este texto analiza el posicionamiento de los distintos actores y organizaciones ante los hechos acaecidos en estos periodos.
1ª Parte: Hace 80 años también hubo una REVOLUCIÓN (Julio 1936 – Mayo 1937)
El golpe militar del 18 de Julio de 1936 desencadenó la revolución obrera que había querido prevenir. El alzamiento de los franquistas fue la gota que colmó el vaso de la miseria social de la clase obrera.
El golpe de las derechas sólo triunfó en una parte de España, que sería llamada durante la guerra la zona nacional o franquista. En el resto de España, al armarse la clase obrera, dejó de existir también la legalidad vigente, la República burguesa. La Revolución del 19 de Julio, el acto más democrático de las masas obreras, hizo estallar el régimen capitalista republicano. La mayoría de la policía, el ejército, los patronos y terratenientes habían dejado las zonas donde el alzamiento militar no había triunfado.
La Revolución fue obra mayoritariamente de anarcosindicalistas y de socialistas de izquierdas mediante las colectivizaciones realizadas por sus respectivos sindicatos, la CNT y la UGT, en el campo y la ciudad. Estas colectivizaciones económicas abarcaron el 75% del territorio de la zona “de las izquierdas” (o zona republicana como lo llaman la mayoría de historiadores).
En esta zona, de Julio a Septiembre de 1936 el poder estaba en los comités-gobierno a nivel local. El poder republicano existía sólo nominalmente. Hubo una atomización del poder.
Tras el 19 de Julio el futuro dependía de la confrontación entre la revolución obrera triunfante y la voluntad de la burguesía republicana y los estalinistas de reconstruir el estado burgués, es decir de volver a la situación de antes del 19 de Juio. Fue, por tanto, una lucha entre revolución y contrarrevolución.
Podemos dividir a grandes rasgos las formaciones políticas existentes en la zona “republicana” en 2 alineamientos: el primero es el bloque que defendía la reconstrucción de la república burguesa constituido por los republicanos de Azaña, los socialistas de derecha (la derecha del PSOE de Prieto y Besteiro) y los estalinistas (el PCE).
El segundo es el bloque revolucionario formado por los anarquistas de la CNT-FAI, los socialistas de izquierda (el ala revolucionario del PSOE de Largo Caballero y la UGT), y los marxistas antiestalinistas del POUM.
Veremos cómo este segundo bloque realizó una revolución inacabada por diferentes razones. Saint Just dijo una vez “quien hace revoluciones a medias cavan su propia tumba”.
Situación de doble poder
Desde julio de 1936 a mayo de 1937 hubo en la zona “republicana” una situación de doble poder que no se decantó finalmente hacia el triunfo de la revolución. Faltó coordinar los comites-gobiernos locales y las colectivizaciones en un estado obrero, y las milicias obreras en un “ejército rojo” obrero. Además el bloque formalmente revolucionario erró al no poner todos sus esfuerzos en destruir los pedazos que quedaban de la República capitalista, que finalmente acabaron reconstruyéndose gracias a la acción política del bloque republicano-estalinista.
El intento más aproximado de afianzar un poder revolucionario por encima del atomizado poder local fue el Comité Central de milicias Antifascistas, que finalmente cedió ante la Generalitat.
Las colectivizaciones fueron un gran paso, pero los que no creemos en el socialismo en un solo país, tampoco podemos creer en el socialismo en un solo pueblo. No bastaba con colectivizar los bienes sociales (tierra, fábricas,…) Faltaba una política de conjunto, de dirección de la economía, es decir, un estado obrero que sustituyese a la República burguesa y planificase la economía y centralizase las economías desperdigadas, las colectivizaciones. La Revolución fue una tarea incompleta.
En algunos pueblos el dinero desapareció pero a nivel estatal el Banco Central, el crédito y el comercio exterior subsistían.
Es significativo el papel que tuvo la URSS en la Guerra Civil Española. Mientras Italia y Alemania intervinieron de parte de la zona nacional o franquista el 24 y 25 de Julio, es decir 5 días después del inicio de la Guerra, la URSS sólo intervino en octubre, 3 meses después, cuando se daban ya los pasos hacia la reconstrucción del poder burgués y se aplastaba en la zona republicana (o de las izquierdas) la revolución obrera.
La URSS condicionó su intervención al aplastamiento de la revolución, de la que fue su principal verdugo en el seno de la zona republicana. Su misión era frenar la revolución para demostrar a Francia e Inglaterra que eran defensores de la propiedad y la legalidad de la república burguesa. Un dato a tener en cuenta es que la URSS sólo daba armas a las milicias que se reconvertían en Ejército Popular, al servicio de los que quería reconstruir el poder burgués.
En septiembre Largo Caballero, una de las cabezas del bloque formalmente revolucionario, fue utilizado por el bloque republicano-estalinista para salvar el estado burgués y acabar con el 2º poder. Todavía no estaba tan madura la ofensiva por parte del alineamiento burgués-estalinista como para que pudieran situarse ellos en el poder directamente. Facilitaron el ascenso de Largo Caballero a Presidente del Gobierno para llevar a cabo sus planes. Caballero era bien visto por los obreros, su gobierno incluyó a ministros incluso de la CNT, y era llamado el “Lenin español”. Fue útil para parar la revolución pero era un obstáculo para aplastarla definitivamente.
Desenlace: las Jornadas de Mayo
Sólo se podía ganar la guerra consolidando la revolución, por eso la clase obrera se oponía a la restauración de la república capitalista y a la utilización de Largo Caballero. Las bases de la CNT y del POUM dieron respuestas a las medidas del bloque burgués-estalinista. Esta oposición se manifestó abiertamente en las Jornadas de Mayo del 37 en Barcelona. La tensión acumulada entre la revolución y la contrarrevolución estalló con el incidente de la Central de la Telefónica. Los estalinistas quisieron tomar la central, en posesión de un comité de la clase obrera barcelonesa (CNT-UGT). La clase obrera tomó las calles, la revolución parecía imponerse. Pero la dirección de la CNT llamó a la retirada y la ejecutiva del POUM se plegó a esta decisión.
Las Jornadas de Mayo de 1937 concluyeron en la consolidación definitiva del estado republicano. La contrarrevolución del bloque burgués-estalinista había vencido a la Revolución.
Los estalinistas del PCE querían dar la puntilla. Pidieron en el gobierno la ilegalización del POUM, el partido con una política más honesta y revolucionaria. Largo Caballero se negó y los ministros de la CNT le apoyaron. Pero la correlación de fuerzas había cambiado y los estalinistas, con el apoyo de los socialistas de derecha y republicanos se impusieron. Largo Caballero tuvo que dimitir.
El asesinato de Andreu Nin y el proceso contra el POUM fueron la guinda de la contrarrevolución.
Falsos debates
Hay muchos falsos debates en torno a la Guerra Civil Española. Uno es la contraposición que se quiere estableces entre el Ejército Popular (que el poder burgués construyó mientras él mismo se estaba reconstruyendo) y las milicias obreras. El debate no está en si el mando único de un ejército es superior a la dispersión de las milicias, que por supuesto lo es. El problema es a quién defiende ese Ejército y la cuestión del Estado. ¿Ese Ejército Popular defendía a la revolución en curso desde Julio del 36 o a la reconstrucción del estado burgués que estaba teniendo lugar? Obviamente defendía lo segundo.
Otro falso debate es contraponer la prioridad de la guerra frente a la revolución, como postulaban el bloque burgués-estalinista, a la simultaneidad de la guerra y la revolución, tesis del bloque revolucionario de cenetistas, socialistas de izquierdas y poumistas. La solución es la tesis de la Guerra revolucionaria de un ejército rojo centralizado que defendiese las conquistas del 19 de julio, única forma en la que la clase obrera estaría motivada para luchar contra los nacionales. Los obreros del campo y la ciudad luchaban contra los franquistas en defensa de una vida digna sin opresión, y no por volver a un régimen burgués, democrático pero igual de capitalista que el autoritario que impondrían los nacionales.
El último debate falso que quiero mencionar es el de si el Frente Popular era la táctica del frente único. Más bien el Frente Popular es una alianza entre los partidos obreros y los partidos burgueses “de izquierdas”. Al contrario de las Alianzas Obreras formadas en 1934, el Frente Popular no preservaba la independencia de clase de la clase obrera, algo esencial en un periodo revolucionario como el de los años 30 en España. El Frente Popular supeditó a la clase obrera a una parte de la burguesía creyendo poder derrotar así al fascismo sin un programa revolucionario que acabase con el mar de injusticias asfixiantes que imperaban en aquellos años sobre la clase obrera de las ciudades y el campo. El programa del Frente Popular era democrático-burgués y con él cortó las alas a la unidad e independencia de las organizaciones obrera. Y lo peor es que arrastró finalmente al bloque revolucionario hacia la política del bloque burgués-estalinista, dejando una revolución a medias y causando su muerte.
Lenin propuso originalmente la idea de un frente único como un frente unido para la acción entre los partidos obreros (socialistas y comunistas) contra los partidos burgueses. Fueron los mencheviques, no los bolcheviques, quienes abogaban por un frente “democrático” entre los partidos obreros y los partidos de la supuesta burguesía progresista y liberal, una política que Lenin denunció con vehemencia. Por lo tanto, el estalinismo del PCE en la España de 1936, siguiendo las directrices de la ya estalinizada Comintern en su VII Congreso, llevó la política del menchevismo de 1917, la opuesta al Bolchevismo. La línea de los Frentes únicos fue defendida por Lenin y Trotsky en el III y IV Congreso de la Comintern.
La razón de por qué fueron los estalinistas del PCE los grandes defensores del Frente Popular está en la orientación de la Internacional Comunista, estalinizada ya totalmente en los años 30, hacia las “democracias capitalistas” y en los pactos de coexistencia pacífica de Stalin con ellas. Stalin utilizó a los Partidos Comunistas para ahogar revoluciones en países capitalistas y dar signos claros a Francia e Inglaterra de que los Partidos comunistas eran los mayores defensores de la Democracia burguesa.
2ª parte: … y hace 80 años también hubo una CONTRARREVOLUCIÓN (Junio 1937 – Abril 1939)
En la primera parte de este artículo, el cual es recomendable leer antes de empezar con esta segunda, vimos cómo en la Guerra Civil española dentro de la zona antifranquista el bloque burgués-estalinista (compuesto por los estalinistas del PCE, los socialistas de derecha de Prieto y Besteiro y los republicanos de Azaña) consiguieron parar la revolución que el bloque revolucionario (de los anarquistas de la CNT, los socialistas de izquierda del sector caballerista del PSOE y los marxistas antiestalinistas del POUM) no pudieron o no supieron acabar.
Concluía aquí el periodo de auge revolucionario que se extendió desde el 19 de Julio de 1936 hasta Mayo de 1937.
A partir de Junio de 1937 en la zona “republicana” la contrarrevolución del bloque burgués-estalinista se impuso definitivamente. La liquidación de la revolución condujo en última instancia a la pérdida de la guerra frente a las tropas nacionales o franquistas.
El Gobierno Negrín-Stalin fue el gobierno de la contrarrevolución que acabó con la situación de doble poder que imperaba hasta mayo del 37, fue el resultado de la derrota de la clase obrera en las Jornadas de mayo.
Negrín fue el hombre de consenso entre socialista de derecha, republicanos y estalinistas. Defendió los intereses internacionales de la URSS y Francia e Inglaterra contra la revolución obrera, como correlato a los intereses locales del PCE y los de Prieto y Azaña respectivamente. Negrín había sido meses antes el ministro de Hacienda que envió el oro de las reservas españolas a Moscú.
Su objetivo era consolidar el estado capitalista republicano que había hecho añicos la revolución del 19 de Julio.
El Gobierno Negrín-Stalin y la represión de la revolución
Para aplastar definitivamente la revolución el Gobierno Negrin-Stalin se sirvió de la represión. Ejemplos de ella fueron el asesinato de los poumistas Andreu Nin y Kurt Landau, de anarquistas como Bernini y de los trotskistas Moulin y Wolf. El POUM, el partido con un programa más revolucionario, fue sometido a un proceso de ilegalización similar a los que Stalin estaba llevando a cabo en Moscú en aquellos años contra la vieja guardia bolchevique que había hecho la revolución de octubre de 1917.
El Servicio de Investigación Militar, el Ejército y la policía estaban en manos del PCE y los técnicos y consejeros enviados desde la URSS. Éstos eran los resortes de la represión junto a la NKVD o GPU, policía política estalinista enviada desde Moscú. En las cárceles de la zona republicana había casi más revolucionarios que fascistas. La actividad de las checas extraoficiales de los estalinistas contribuyó a ello.
A pesar de toda esta situación adversa el bloque formalmente revolucionario todavía podría haber resucitado la revolución si los socialistas de izquierda del sector de Largo Caballero del PSOE y los anarquistas de la CNT-FAI hubiesen tenido una orientación clara y decididamente revolucionaria. El POUM, ya ilegal, no era lo suficientemente grande y sólo contaba con unos miles de militantes.
Había otros grupos revolucionarios con una orientación correcta pero con una incidencia insuficiente, como los Amigos de Durruti (de Jaume Balius), los 2 grupos trotsquistas, el Grupo Bolchevique Leninista-Le Soviet (de G. Munis) y la Sección Bolchevique Leninista de España (de Fosco) o los bordiguistas de la fracción italiana de la Izquierda Comunista. Nada pudieron hacer estos pequeños grupos revolucionarios para que el bloque revolucionario tomara de nuevo la iniciativa.
El Programa del Gobierno Negrín-Stalin
La base del Gobierno Negrín-Stalin era el “Programa de los 13 puntos” que acabó con los comités-gobierno potenciando el estado burgués republicano, especialmente cruel fue la disolución del Consejo de Aragón a manos de las tropas del estalinista Líster.
Este gobierno acabó también con las milicias obreras potenciando el Ejército Popular burgués, las armas que enviaba la URSS no sólo eran destinadas a combatir al ejército franquista sino que también fueron utilizada contra estas milicias revolucionarias del campo republicano.
Y acabó con las colectivizaciones, es decir, Negrín expropió a la clase obrera entregando las tierras y fábricas a sus antiguos propietarios, burgueses y terratenientes. En suma, el objetivo de Negrín era hacer retroceder la revolución obrera que en el campo y la ciudad había tenido lugar desde el 19 de julio del 36.
Con el gobierno Negrín-Stalin se dio un vuelco a la concepción de la guerra. Dejó de ser una guerra de clases entre la revolución y la contrarrevolución para pasar a ser una guerra entre dos formas de Capitalismo amparados por dos 2 ejes internacionales, el de Berlín-Roma por un lado, y el de Londres-París-Moscú por el otro. La guerra fue considerada desde entonces una guerra de “independencia nacional”, de unión de todas las clases, contra el enemigo invasor, Italia y Alemania.
Golpe de Estado de Casado-Miaja-Besterio de marzo de 1939
Para entender la recta final de lo que acontece en la zona republicana hay que tener en cuenta el contexto internacional.
El periodo que se extiende desde el último trimestre de 1938 hasta el fin de la guerra en abril de 1939 viene determinado por 2 pactos, el pacto de Munich de septiembre del 38 y las consecuencias de éste hacia el giro que supondrá el pacto secreto Hitler-Stalin.
El Pacto de Munich entre Alemania-Italia y Francia-Inglaterra se hizo necesario tras la crisis germano-checa para asegurar una paz internacional que, por ahora, convenía a todos. Una de las prendas de este pacto fue España. Francia e Inglaterra reconocen a Franco y apuestan por una capitulación de la República. El objetivo es la búsqueda de un acuerdo con Franco a costa de la derrota republicana.
En el lapso de tiempo de estos meses que trascurrirán entre el Pacto de Munich y el de Hitler-Stalin se produce como consecuencia el momentáneo desencuentro de la alianza de Francia-Inglaterra con la URSS, cuyo correlato en España fue la ruptura momentánea en el seno del bloque burgués-estalinista de los socialistas de derecha y los republicanos con los estalinistas del PCE.
El resultado de este desencuentro fue el Golpe de Estado de Casado-Miaja-Besteiro (con colaboración del sector del anarquismo de Cipriano Mera) para forzar una paz con Franco sin contar con el PCE. Esta capitulación tenía por objetivo la búsqueda de un armisticio.
Unos meses después, se daban los pasos para el Pacto secreto Hitler-Stalin, directamente determinado por el movimiento de Francia e Inglaterra en el Pacto de Munich. Nuevamente una de las prendas fue España: la URSS reconoce también a Franco y es partidaria de forzar la capitulación. Es en estos momentos cuando la URSS deja de enviar armas a la República. Y es entonces cuando se reencuentran las posiciones dentro del bloque burgués-estalinista entre estalinistas y republicanos y socialistas de derecha.
Tras el Pacto secreto Hitler-Stalin los dirigentes del PCE, por orden de Stalin, no hablaban ya contra la Junta de Casado. La URSS dejó a su suerte a la República capitalista, a la que tanto esfuerzo había dedicado para evitar una revolución que estorbaba a sus intereses internacionales. Las bases comunistas, ignorantes del pacto secreto de sus dirigentes, se opusieron, ya sin remedio, a la Junta de Casado a unos días de que las tropas de Franco penetraran en Madrid.
La revolución fue traicionada, la república fue vendida y la guerra perdida definitivamente. Franco, negándose a negociar con Casado una derrota pactada, aplastó lo que quedaba de la zona de las izquierdas e impuso su cruel dictadura que duraría 40 años.