Jornada Histórica en Guatemala y America Latina, Ex Militar es Ligado a proceso judicial por GENOCIDIO
lunes, enero 30th, 2012
Fuente : http://es.contrainfo.espiv.net/2012/01/11/genocidio-y-espectaculo/#more-4172
Unas palabras sobre los procesos vividos en Río de Janeiro desde una perspectiva anarquista
El siguiente texto surge de una discusión colectiva, realizada entre individuos que circulaban por la okupa anarquista Flor do Asfalto, que se encuentra en el ojo del huracán de los proyectos de reurbanización y del consiguiente endurecimiento de la represión en Río de Janeiro. El presente trabajo pretende contribuir, a partir de una perspectiva anarquista, con una aclaración en relación con los procesos de criminalización de la pobreza y la violencia estatal contra los movimientos rebeldes de resistencia frente a tales proyectos.
El motivo principal de este ensayo es el de poder añadir más elementos a los debates que ya están hirviendo en Rio de Janeiro y otras ciudades, para que las personas que no han tenido la oportunidad de vivir en su propias carnes esta realidad tan particular puedan, al fin, respirar un poco de esos aires. Esta iniciativa tiene, también, la intención de contribuir en la guerra social, una vez que las estrategias del poder jerárquico se reproducen y repiten en distintas regiones y épocas desde hace siglos. A fin de cuentas, creemos que lo que se vive hoy aquí puede ser, simplemente, una etapa avanzada de los síntomas propios de las grandes ciudades, por lo menos en lo relacionado con el territorio controlado por el Estado brasileño.
Río de Janeiro, la futura sede del Mundial de Fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, la metrópolis emblemática ergida sobre un ecosistema maravilloso y paradisiaco (1). Es aquí donde, en cada pequeña fracción de sus barrios y calles, se hacen evidentes los contrastes propios del reino mercantil: repartidas en varias zonas de la ciudad, la pobreza extrema, la profunda decadencia, el abandono administrativo en estado puro… En contrapartida, otras regiones hospedan el escenario simulado y superficial de una vida consumista y cómoda, disfrazada de lujo higiénico, una vida constantemente vigilada por cámaras y una policía ostensible. Esta tierra de tantas historias, de tantos traumas, conocidos por formar parte de la llamada “historia general de Brasil”, es también el escenario donde se producen extremismos de carácter urbano que solo se pueden experimentar en este lugar, por lo menos, en la medida en la que se manifiestan.
Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) –medida comparativa internacional para clasificar el “desarrollo” económico en el ámbito territorial–, en la ciudad de Río de Janeiro, coexisten algunos de los barrios más ricos del mundo, equivalentes a los de los países más acomodados de Europa, mientras que varias favelas presentan el IDH equivalente al de algunos de los países más pobres del continente africano. La raíz de esto puede encontrarse en el hecho de que siempre ha sido una ciudad donde han coexistido la extrema riqueza y la extrema pobreza, al haber sido uno de los mayores puertos de seres humanos secuestrados de África y vendidos como esclavxs. Además, durante 12 años fue la capital del imperio portugués y, después de la “independencia”, fue la capital del Brasil hasta mediados del siglo XX. Si antes los contrastes envolvían los palacios de la nobleza y las senzalas (las “viviendas” de lxs esclavxs) y otros baluartes de lxs negrxs, hoy se manifiesta entre los opulentos barrios ricos –similares a Beverly Hills– y las innumerables favelas.
La cuestión racial está inherentemente ligada a la historia de Río de Janeiro. Si hoy hay una política de barbarie acosando esta ciudad, seguramente se deba a que es heredera directa del régimen esclavista. Esta realidad data del momento de la formación de un poder público autónomo y de la propia constitución del Estado brasileño. Con la llegada de la familia real portuguesa en 1808, la policía carioca fue formada para construir un orden público que buscaba enfrentar a la población esclavizada en la calle, aterrorizando a las personas negras y pobres con castigos físicos en público y su eliminación física, además de combatir la resistencia que se daba de diferentes maneras, políticas y culturales, organizadas o no. Desde las fugas rebeldes y las consecuentes formaciones de quilombos (2), la capoeira, lucha nacida en la calle y herramienta inseparable de lxs negrxs rebeldes, hasta las revueltas organizadas que se produjeron durante todo este período. La favela es hija y nieta de esas resistencias, la cuña de bellísimas expresiones culturales afro-descendientes y bastión de la gente que nunca separó la lucha de la sonrisa.
El origen de las favelas en Río de Janeiro se remite a mediados del siglo XIX, cuando, con el fin de la esclavitud, una parte de las personas liberadas se trasladaron a la capital federal, instalándose de manera informal en lugares que comenzaron a llamarse Favelas. El primero lugar que recibió el nombre de favela, fue el Morro da Providência, ubicado cerca de la zona portuaria, en el centro de Río, ocupado en 1897 por soldados negros del ejército brasileño, que volvían de la Guerra de Canudos y habían dejado de recibir su sueldo; sin condiciones financieras, empezaron a habitar en la colina, en chabolas temporales. El término favela se remonta al campamento de Canudos, que estaba situado en Bahía y había sido construido sobre una colina donde había muchas plantas de una especie popularmente conocida como ‘Favela’ o ‘faveleiro’. Esta planta se encontró también en el Morro da Providência y por eso se llamó inicialmente Morro da Favela. Con el tiempo, el término llegó a utilizarse para designar los lugares de habitáculos populares. La favela, en la perspectiva urbana, es la heredera de las senzalas, surge como uno de los mayores exponentes de la aguda segregación, del aislamiento, del residuo humano dentro de un régimen que había sustituido el trabajo esclavo por la esclavitud asalariada, dado que los tiempos eran diferentes y exigían nuevas formas de explotación.
En contrapartida, la favela es el exponente de la resistencia cultural negra que siguió desarrollándose, el ambiente de expresiones culturales, como la samba, la capoeira y las religiones afrodescendientes (como el Candomblé y la Umbanda), además de ser el hábitat natural del malandro genuino. Por lo tanto, el policía carioca es el “capitão-do-mato” moderno (ex-esclavos convertidos en cazadores de esclavxs), que solo ha sustituido el látigo por el fusil. Si, antes, la devaluación de la vida se traducía en la imagen del negro esclavizado, hoy, se refleja en la figura del favelado.
Lo que se vive actualmente es una guerra civil a nivel de conflicto urbano armado inexistente en América Latina, disfrazada de “guerra contra el narcotráfico”. Las favelas están siempre bajo el control de traficantes o milicias (3) y, sobre todo ahora, de la policía que utilizan un arsenal de guerra para defender su territorio. Las balas son el pan de cada día.
Seguramente, la producción económica en la ciudad gira en torno al turismo, pues sin duda, Río es una de las ciudades más turísticas del mundo. La “Ciudad Maravillosa” hace maravillas para cualquiera que disponga de las condiciones económicas para consumirlas; la espectacularización y el maquillaje se hacen necesarios para mantener el ambiente de la ciudad agradable para esas personas. Este cuadro desencadena una constante y, cada vez más, grave criminalización de la pobreza, que se produce en diversos frentes y áreas en el presente contexto, disfrazada de reformas urbanas y mejoras de la calidad de vida. Pero, de hecho, son el enrutamiento de megalómanos proyectos económicos llevados a cabo a través de una serie de acuerdos público-privados.
La realidad social de Río de Janeiro hace cada vez más explícita la delgada línea entre las diferentes estrategias de gestión estatal, entre dictadura y democracia. Al fin y al cabo, la tortura, el encarcelamiento y la eliminación física (que ganaron visibilidad durante la dictadura militar por tocar sectores de la clase media), de negrxs, faveladxs y pobres, siempre han sido una realidad. En un período de tan aclamada democracia, son hechos que se están volviendo más y más presentes. A partir de las nuevas gestiones del gobierno del estado (en manos de Sergio Cabral Filho desde 2006) y del ayuntamiento (en manos de Eduardo Paes desde 2009), se han utilizado distintas tácticas, iniciativas que surgen de lugares diferentes:
1) el combate contra el trabajo informal de calle, que ante tal realidad se convierte en una de las principales alternativas de supervivencia para lxs que no tienen dinero.
2) la toma, de nuevo, del control de las áreas, que antes estaban controladas por el narcotráfico.
3) los proyectos de construcción urbana, tales como la revitalización de la zona portuaria.
4) la avasalladora presencia de drogas como el crack, y más recientemente, el OXI, que refuerzan el control sobre la población.
Sumado a todos estos elementos, está el propio exterminio de civiles a manos de la policía, justificado como bajas guerra, en medio de una supuesta guerra contra el tráfico y, muchas veces, usando los llamados Autos de Resistência (4) para camuflar ejecuciones sumarias.
Lo que existe en realidad es un genocidio silencioso, que a parte de afectar a los supuestos grupos localizados, que serían las facciones del narcotráfico, afecta sobre todo a todas las capas populares que se encuentran en la zona de conflicto. La cifra de muertes a manos de las fuerzas policiales en Río de Janeiro es altísima, como la de los últimos tres años. En 2008 hubo 611 muertes, en 2009 hubo 495, y 545 en 2010 – los números son similares al número de personas que murieron en las lluvias que azotaron la sierra de Río de Janeiro en enero de 2011, consideradas como el “mayor desastre natural” de la historia del Brasil.
Con canciones siniestras de alabanza a la guerra, cantadas en su formación, el BOPE (Batallón de Operaciones Especiales) no deja ninguna duda en cuanto a su tarea: “hombre vestido de negro / ¿cuál es su misión / es invadir la favela / dejando cuerpo al suelo?”. O incluso:”Voy, a escondidas, a una favela / con el fusil en la mano / Voy a combatir al enemigo / causar la destrucción”. El BOPE fue diseñado y entrenado para ser una máquina de guerra y exterminar a lxs faveladxs. El hecho de que su símbolo sea una calavera no es meramente simbólico.
Uno de los proyectos piloto del actual gobierno del estado, inserto en la lógica de la reestructuración y el maquillaje de la ciudad, son las maquiavélicas UPP (Unidades de Policía Pacificadora). Estas son unidades de policía que, a través de una invasión permanente, retoman el control de las comunidades que anteriormente estaban bajo el control del narcotráfico.
Coincidencia o no, todas estas comunidades son favelas que se encuentran en zonas de gran interés económico como la zona sur y las áreas nobles de la zona norte, además de otras zonas de interés turístico-económico (5). Las UPP surgen como la culminación de la “guerra” contra el narcotráfico, marcando el momento en que el Estado, finalmente, da una respuesta más eficaz y enérgica al narcotráfico. La presencia permanente de la policía en la comunidad le permite actuar con total impunidad (una especie de estado de excepción no declarado), a través de la inconstitucionalidad, constantemente allanando casas y aterrorizando a lxs vecinxs. La ironía es que en cualquier comunidad, donde actualmente hay UPP, no se ha acabado, de forma efectiva con el tráfico: muy al contrario, el comercio se mantiene vivo y activo, aunque con menos armas y sin disparos, agregando mayor soborno para los polis, pero igual que siempre.
Las UPP están muy relacionadas con el proceso de higienización socio-económica que se está llevando a cabo en toda la capital carioca, actúan como precursoras de un innovador proceso de aburguesamiento (6) en las zonas faveladas. Después de su intervención, se cortan las instalaciones clandestinas de electricidad y agua, causando, desde el principio, un aumento drástico del costo de vida en estos lugares y la consiguiente fuga indirecta de la población pobre que habitaba la zona -una especie de desalojo por etapas.
En la zona sur, las chabolas ya se venden y se alquilan a precios altísimos, mientras que los procesos de saneamiento básico comienzan a llevarse a cabo donde antes no existían. ¿Pero a quiénes se dirigen estas “mejoras”? Lógicamente, a los nuevos hoteles (u otras variedades de negocios privados) y a lxs nuevos frecuentadores del lugar: turistas e individuos de clase media.
Estas operaciones de masacre en masa, organizadas por el Estado y sus socios privados, son totalmente posibles solo después de la inserción de mano izquierda de esas intervenciones en las comunidades : las ONG (Organizaciones no Gubernamentales). Incluidas en el proceso de contención de daños, las instituciones no gubernamentales se encargan de la tarea de infiltración en las favelas a través de proyectos de desarrollo social. La presencia de esas organizaciones en las comunidades, a su vez, está marcada por ambigüedades. Mientras que estas instituciones “facilitan” el desarrollo socio-cultural a nivel local, en el fondo de su inserción está, desde el principio, el carácter pacificador, los posibles lucros gracias a las exenciones de impuestos y las inversiones trasnacionales, que muchas veces constituyen su sostenibilidad, a parte de su papel en la cartografía y registro de lxs residentes, induciéndolxs también a asumir el papel del delator(a) de la comunidad. Hay casos similares en los programas sociales más recientes del gobierno federal, junto a las zonas urbanas consideradas como “zonas de riesgo” (que tiene como piloto, el programa “Fica Vivo” [Queda Vivo]).
Es en este escenario general de represalias y de invasión marcadamente militar, que está incluido el “Choque de Orden”, una iniciativa creada a principios de 2009, por parte del actual alcalde Eduardo Paes, organizada por la Secretaría de Seguridad Pública, y que reúne diversos órganos, como la policía municipal, la policía civil y militar, la Comlurb (Compañía Municipal de Limpieza), la Secretaría de Vivienda, en un conjunto de acciones destinadas a “restablecer el orden en la ciudad”. Centrándose, principalmente, en la lucha contra lxs vendedorxs ambulantes, en la expulsión de lxs sin techo, entre consumidores y no-consumidores de crack, y los innumerables desalojos de viviendas consideradas ilegales o irregulares, como es el caso de las okupas urbanas y las favelas o partes de las favelas que se destruyen, ya que se encuentran en el camino de esas reformas.
El principal entre los actuales planes de reurbanización de la ciudad de Río de Janeiro, por supuesto, es la revitalización de la zona portuaria, llamada Porto Maravilha, la mayor iniciativa público-privada de Brasil, una sociedad formada por el gobierno municipal, el estatal, el federal e iniciativas privadas.Toda la región del puerto se privatizó, pasando a manos privadas durante los próximos 15 años, gestionada por tres empresas. En palabras del propio alcalde.
“¿Cuál es el sueño de toda empresa privada? Tener grandes ganancias, constantes en el tiempo y sin riesgo. La ciudad de Río está realizando el sueño de tres de ellas: OAS, Odebrecht e Ingeniería Carioca, que juntas forman el consorcio gestor de Porto Maravilha. La ingeniosa sociedad público-privada (PPP) no puede ser vista de otra manera: un traspaso de dinero público a tres grandes empresas privadas, sin ventajas aparentes para el Estado.”
El proyecto abarca una superficie de 5 millones de metros cuadrados, cuyos límites son las avenidas Presidente Vargas, Rodrigues Alves, Rio Branco y Francisco Bicalho. Pasa por cuatro distritos: Centro, Santo Cristo, Salud y Gamboa. Las inversiones incluyen la creación y despliegue de museos, la construcción de estacionamientos de lujo para los cruceros turísticos, la construcción de edificios de viviendas para la clase media, la construcción del acuario más grande de América Latina, además de nuevas sedes de bancos, incluido el Banco Central. La primera fase de construcción se inició en 2009 y está en curso, con implementaciones básicas, tales como la instalación de nuevas redes hidráulicas y la reurbanización de Morro da Conceição. La nueva fase de obras comenzó en 2011 e incluye inversiones más ambiciosas, como la demolición del Elevado do Perimetral, situado en la Avenida Rodrigues Alves. El objetivo es completar todos los proyectos de reurbanización hasta el año 2015.
Bajo el telón de este proyecto, se cometen una serie de operaciones represivas y violaciones de la dignidad de las personas, de forma secuencial. Durante muchos años, la zona portuaria fue una de las más despreciadas y cenicientas de la ciudad de Río de Janeiro, escenario de casi cuatro siglos de historias de derramamiento de sangre y resistencia política y cultural, muchas veces refugio y alternativo para lxs que encontraron en la ocupación de inmuebles vacíos, una forma práctica de acceder a una vivienda. Son innumerables los desalojos que afectaron a las ocupaciones urbanas, además de casas en Providência, que se eliminarán para construir un teleférico.
El Morro da Providência cuenta, desde abril de 2010, con una UPP, que garantiza la “seguridad” para la continuación de los proyectos. Además de todo esto, misteriosos incendios han alcanzado ocupaciones, comunidades (como la de Rato Molhado, en el norte) y negocios informales (como el que fue, probablemente, el mayor de los incendios que consumió el camelódromo da Central do Brasil, el 26 de abril de 2010). Impresionantemente, se trataba de un mercado popular, muy cerca de la sede del Cuerpo Militar de Bomberos de Río de Janeiro, y aun así, el rescate tardó más de una hora en llegar. No fue casualidad el hecho de que el ayuntamiento tuviera ya, desde antes, planes de “revitalización” del lugar.
En la práctica, este proyecto no es más que uno de los ejes de los procesos de maquillaje que están tomando la ciudad; es la preparación para los grandes eventos por venir – Mundial de Fútbol de 2014, Juegos Olímpicos de 2016. Al igual que todas las operaciones higienistas, es la toma, por parte de las clases más ricas, de una zona anteriormente ocupada por los estratos de menores ingresos.
No es posible saber a ciencia cierta qué tipo de dolencias se dejarán como legado de operaciones tan atroces e inmediatistas. Pero, de hecho, hay previsiones posibles, sugeridas por lo que es tan obvio hacia cualquier mirada mínimamente atenta. Las preguntas que más perturban, quedan ahogadas por años “promisores” de los mega-eventos de 2014 y 2016, en un escenario devastado por la ignorancia, el miedo y las sabatinas turísticas.
El aturdimiento queda calmado por el fanatismo sin sentido de una deportividad cada vez más publicitaria, atrapada en una ola de marketing de guerra que pone en el orden del día el exterminio abierto al servicio del cumplimiento de las metas del mercado, de acciones de construcción civil y de la especulación inmobiliaria. En un futuro no muy lejano, después del letargo de los juegos, quedará el legado de cuestiones mal resueltas a propósito, las acumulaciones dejadas por el abandono, que solamente la guerra social declarada puede suplir.
Hasta entonces, y desde ahora, tomamos ya una postura: nuestro rechazo es irreductible, el futuro es ya, ahora.
“Despreciables vagan de un puerto a otro. Frente a la maquinaria pesada, viendo con consternación los muchos ojos de un futuro dejado para más adelante. Rumores de colapso, días de guerra… minutos de pasiones hundidos bajo las islas y las calles. Está el muelle, pero también hay puertos alucinados. / En el caos del puerto hondea, en paño negro descolorido, una bandera pirata, agitada por la brisa del mar y la velocidad de las máquinas… y sabemos que por ahí vagan esos renegados. De puerto en puerto, “escupen humos de tabaco” – tal vez haya más que hacer con esa carraspera que con cualquier moral civilizada.”
(Colectivo Casa Aberta… los piratas enfermos no dicen nada…)
Surgida de la iniciativa de diferentes personas del medio libertario, fue okupada el 17 de octubre de 2006, en la Avenida Rodrigues Alves, la Flor do Asfalto, teniendo como propuesta, aparte de ser un espacio de vivienda colectiva, convertirse en un espacio de creación política y contracultural. Desde entonces, diversas iniciativas y proyectos comenzaron a brotar en este lugar, como la organización de una biblioteca, talleres de arte y serigrafía, un herbario, y entre distintas prácticas en vistas a una vida más sostenible y en mayor armonía con la tierra, con el mantenimiento de huertos y de un sistema agroforestal. En estos casi cinco años, ha habido muchas iniciativas y actividades desarrolladas en la Flor, desde talleres y charlas hasta fiestas y presentaciones de bandas. La Flor asume públicamente su postura de confrontación con la realidad existente, sus relaciones de poder y políticas opresivas, sacando a la luz la necesidad de la reapropiación de la vida por quienes se mueven en su interior y la guerra experimentada en cada mínimo instante de la existencia.
Las distintas rupturas y alternativas con este mundo no solo se hacen como alternativas en sí, sino como enfrentamiento, intervención en la realidad y un posicionamiento radical en medio del ojo del huracán. Actualmente, la okupa tiene sus días contados, ya que se sitúa justo en la zona que abarca la nueva fase de obras del proyecto del Porto Maravilha. Será uno de los próximos blancos de los ataques que precedan a las obras. Al mantenerse el firme rechazo de la existencia del Estado y su aparato represivo, como la policía, no se baraja la posibilidad de diálogo o acuerdo. Incluso considerando, en ciertas ocasiones, tal posibilidad, siempre se debe tener en cuenta que el juego de las leyes es parte del juego del enemigo.
Moverse, no caer en la inercia, esa ha sido la estrategia utilizada para contrarrestar este momento. Es por eso que, desde dentro de esta okupa, vociferan comunicados que explican las posiciones de sus okupantes, en busca de la creación de lazos de solidaridad que gritan y resuenan más allá de las líneas imaginarias de la ciudad de Río de Janeiro, ya que estos lazos, en momentos como este, son el mayor arsenal que, sin duda alguna, pueden encontrar lxs oprimidxs rebeladxs.
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NOTAS:
(1) El ecosistema en el que se encuentra la ciudad de Río de Janeiro es la Mata Atlántica, que fue la segunda selva tropical más grande de Sudamérica y comprendía toda la zona costera de Brasil hasta Argentina y Paraguay. Actualmente, solo queda un 10% de lo que un día fue este bioma. Aun así, sigue siendo uno de los ecosistemas de mayor biodiversidad del planeta.
(2) Los quilombos son zonas autónomas que existen en muchas áreas del territorio brasileño, con gran concentración de descendientes de africanxs esclavizadxs durante siglos. Creados por negrxs rebeldes y huidxs, por lo general, estos pueblos surgieron en las zonas más alejadas de las ciudades, pero también en los perímetros urbanos, basados en una economía de subsistencia, pero también manteniendo un conflicto y ataque constantes al régimen esclavista. El primero y, ciertamente, el más expresivo fue el de Palmares, ubicado en la Serra da Barriga, Alagoas, que duró más de cien años (entre los siglos XVI y XVII). Todavía hay muchos que tienen la legitimidad de la herencia de esas tierras, reconocidas en escrituras y legitimadas a través de las luchas de estos pueblos. Algunos de los proyectos recientes de reurbanización se basan en la intolerancia declarada hacia estos datos y evidencias históricas y, literalmente, aplanan a estas comunidades, expulsándolas de sus tierras sin ninguna consideración hacia esas escrituras ni a la historia de resistencia quilomba.
(3) Las milicias son grupos paramilitares formados por policías, ex policías y bomberos, entre otros, que tomaron el control clandestino de varias favelas.
(4) Jurídicamente, sería la justificación para actuar de forma violenta por parte de la policía. La ejecución sería consecuencia de la resistencia ofensiva del “criminal”.
(5) Hay proyectos específicos para el Complexo do Alemão, entre otros barrios, que incluyen la instalación de teleféricos en las comunidades, para que lxs turistas tengan una vista panorámica de la región.
(6) Gentrificación o aburguesamiento (del inglés, gentry): intervención urbana que funciona a través de la reocupación de partes de la ciudad, sobre la base de los planes de “aburguesamiento urbano”, la expulsión de lxs más pobres para que la clase media repoble el lugar. Un término también muy acuñado, especialmente por los movimientos de resistencia a estas operaciones, es la “higienización/limpieza”, que saca a la luz el aspecto clasista de limpieza social incluida en esas medidas. Estas políticas urbanas van acompañadas de otras medidas sociales para asegurar su eficacia, que con frecuencia se convierten en una guerra declarada contra lxs pobres que habitaban estas zonas, una verdadera masacre anunciada. Algunos urbanistas han utilizado el término ambiguo y peligroso: “regeneración” porque, más allá de su connotación de clase, en algunas ciudades estas medidas tienen carácter obviamente racista. Son programas gentrificantes los mismos que los gobiernos y sus asociaciones privadas llaman de “revitalización” y que en Río de Janeiro se identifican con el truculento “Choque de Orden”.
fuente: dia sem compras / Ελληνικά
Fuente : http://www.albedrio.org/htm/articulos/m/mrmorales-521.html
Por Mario Roberto Morales
Sobre el selecto grupo de empresarios y finqueros que financió y sigue financiando escuadrones de la muerte.
Varias veces he afirmado que el Ejército no quiso exterminar a la población indígena en su totalidad porque eso hubiese sido suicida para él, ya que se habría quedado sin tropas; también lo hubiese sido para sus jefes oligarcas, quienes se habrían quedado sin mano de obra barata qué explotar, sobre todo en los grandes latifundios resultantes del gran robo de tierras perpetrado por los “liberales” a partir de 1871.
Pero que no haya habido intento de exterminio no quiere decir que no haya habido genocidio. En 1948, ante la matanza hitleriana de los judíos de Europa, Naciones Unidas definió el genocidio como “cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
(a) Matanza de los integrantes del grupo; (b) Lesión grave a la integridad física o mental de los integrantes del grupo; (c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; (d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; (e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
En otras palabras, la intención o no de exterminio total no es relevante para que una matanza alcance la categoría de genocidio. Basta la intención de destruir parcialmente a un grupo social para que lo sea. Y esto fue lo que hizo el Ejército de Guatemala con su táctica de “tierra arrasada” para “quitarle el agua al pez” cuando, en los años 80, asesinó a más de 150 mil civiles indígenas desarmados e indefensos.
En este contexto hubo grupos de empresarios y hacendados oligarcas que financiaron escuadrones de la muerte para que perpetraran secuestros, torturas, desapariciones forzadas y asesinatos de manera selectiva, en campos y ciudades. Y además, algunos tuvieron en sus propias residencias cárceles clandestinas en las que se torturaba a estudiantes y trabajadores tildados como sospechosos de colaborar con las guerrillas o de ser guerrilleros. Estos grupos de fascistas de ultraderecha se atrincheran tras iglesias fundamentalistas, tanto protestantes como católicas; de fundaciones caritativas y de apoyo al arte y la literatura; de toda suerte de agrupaciones patrioteras de defensa a los militares contrainsurgentes; de clubes internacionales, cámaras empresariales y demás, mientras continúan financiando mafias que secuestran, matan, contrabandean y perpetran la trata de mujeres. Además se oponen a la despenalización de las drogas, pues la prohibición de éstas les resulta mucho más rentable en el negocio de la narcoactividad.
Ellos son también los responsables de nuestro atraso y subdesarrollo, pues siendo aquellos sus principales negocios, no les interesa un capitalismo en el que haya más empresarios y asalariados. Por eso lo frustran con sus monopolios productivos y su control monopólico de la banca local ―especializada en el lavado de dinero―, impidiendo que el capital fluya hacia la pequeña y mediana empresa con intereses razonables, con lo cual anulan la libre competencia e incurren en delito.
¿Valdría la pena hacer una lista de ellos y presentar una denuncia para que declaren lo que sepan (o no) sobre el genocidio de indígenas, los escuadrones de la muerte, los grupos paralelos, el mercantilismo monopólico, las limpiezas sociales, el contrabando y los cárteles de la droga?
Fuente : http://fraukedecoodt.wordpress.com/2011/11/29/esta-tierra-es-nuestra/
Una historia de robo de tierra a través de violencia y leyes
“Esta tierra es nuestra, no del Estado, es nuestra como pueblos indígenas”, fue lo que dijo Lorena Sánchez, una indígena de 20 años, cuando el 3 de mayo de 2011 se presentó en Tzalbal un ingeniero del Fondo de Tierras. El funcionario de esta institución estatal, que supuestamente facilita el acceso a la tierra, había acudido a este municipio del noroeste de Guatemala para decir a sus habitantes que la tierra en la que vivían desde siempre era un “Bien de la Nación”.
Tzalbal es una micro-región que abarca 14 comunidades. Localizada en las estribaciones de la sierra de los Cuchumatanes, Tzalbal se ubica en el municipio de Nebaj, en el departamento del Quiché. Aquí, y en los municipios vecinos de Cotzal y Chajul, vive el pueblo originario ixil. Sus habitantes no sabían que su tierra había sido nacionalizada en 1984, un secreto oculto durante 28 años. Ahora están indignados.
El genocidio de la población maya-ixil
Durante los 36 años de guerra contra-insurgente en Guatemala, y especialmente entre los años 1978 y 1983, cerca del 98% de las 7.000 personas que fueron asesinadas en esta región pertenecían al pueblo ixil. El Ejército arrasó su territorio: al menos el 70% de sus comunidades fueron destruidas. La mayoría de la población huyo a las montañas, muchos murieron de hambre, frío y de distintas enfermedades.
La región ixil fue una de las regiones más afectadas de un conflicto que alcanzó en Guatemala dimensiones de un genocidio. Según las investigaciones de la Iglesia Católica guatemalteca (Nunca Más) y de la ONU (Memoria del Silencio) el Estado fue responsable del 93% de las atrocidades y de 626 masacres. Hasta 1996 más de 200.000 personas fueron asesinadas o desaparecidas. De ellas más del 83% pertenecía a pueblos indígenas. El 12% de la población fue desplazado.
Una población desplazada de sus tierras
No se puede entender el genocidio sin tomar en cuenta el factor de la tierra. Los habitantes de Tzalbal comprenden muy bien esta íntima relación entre tierra y conflicto.
Patricio Rodriguez, un hombre de 66 años con la sabiduría de los años escrita en su cara, explica el origen de la situación actual: “Durante muchos años quemaron nuestras casas, mataron nuestros animales, robaron y cortaron nuestras milpas [huertos de maíz, el alimento básico de los mayas]. Mataron a tanta gente que nos desplazamos a las montañas para salvar nuestras vidas. El ejército entonces pensó que era tierra abandonada, baldía. Pero abandonamos nuestras tierras por causa de la represión”.
Gregorio, el responsable del agua potable de Tzalbal, ofrece su versión: “Ahora nos estamos dando cuenta de lo que nos robaron en el conflicto armado. Y para legalizar el robo hicieron un ley”. La desigual distribución de la tierra es una de las principales causas de la pobreza en Guatemala y del conflicto armado. Según el censo de 1964, el 62% de la tierra estaba en manos del 2% de los propietarios mientras el 87% de los campesinos carecía de tierra suficiente para sobrevivir.
Una asamblea para informar al pueblo
Si se superpone la sucesión de decretos-leyes sobre la tenencia de la tierra emitidos por los gobiernos militares y la violencia que arrasó la región resulta más sencillo entender cómo el Estado se apropió de las tierras indígenas. También para los comunitarios se volvió todo más claro cuando empezaron a investigar su propio caso.
Una vez que el ingeniero de Fondo de Tierras abandonó el municipio, el joven alcalde indígena de Tzalbal, Ronaldo Gutiérrez, citó a los representantes de las demás comunidades del sector de Tzalbal. Con la chaqueta típica de los ixiles, rojo bordado con rizos negros y simples, explica cómo se empezó a investigar qué había pasado con sus tierras. Para el 6 de octubre organizaron una asamblea general para informar a toda la comunidad.
La sala comunitaria, con un mural que recordaba las atrocidades del conflicto, se llenó con música de marimbas. Unos 700 ixiles vinieron de Tzalbal y las 13 aldeas cercanas. La mayoría de los hombres llevaban su gorro de paja, algunos su chaqueta tradicional. También llegaron muchas mujeres, todas con sus blusas bordadas o huipiles y trajes rojos. Las mujeres mayores estaban peinadas con trenzas coloradas.
Los leyes de la guerra
El licenciado Ramón Cadena, de la Comisión Internacional de Juristas, es una de los personas que ayudó en la investigación del caso de Tzalbal. En la asamblea, Cadena explica que la raíz de este conflicto es el Decreto Nº 60-70. Esta ley, aprobada en 1970 por el general Osorio, declara de Interés Público y Urgencia Nacional el establecimiento de Zonas de Desarrollo Agraria en varios municipios de los departamentos norteños del país.
Este “interés publico” era el establecimiento del gran proyecto de la Franja Transversal del Norte, convirtiendo en grandes terratenientes a un grupo de generales y sus aliados. Junto con los siguientes Planes Nacionales de Desarrollo de 1971 hasta 1982, estos proyectos buscaban promover la producción y exportación de petróleo, minerales, energía eléctrica, monocultivos y maderas preciosas en el norte del país. No parece casualidad que en los departamentos calificados de “interés publico” fuera donde se produjeron la mayor cantidad de masacres.
Un relator informa en la asamblea que “estos acuerdos establecieron las bases para la usurpación de la tierra y los recursos naturales de los pueblos indígenas. También establecieron la raíz de la guerra de los años ’80 desatada por el ejército en contra de los pueblos de Guatemala”. Las leyes indican que hubo un interés económico previo en algunos territorios que después resultaron los más afectados por la violencia. La represión del Estado se emprendió paralelamente a los “Planes de Desarrollo”.
Otro decreto que signó el destino de Tzalbal es el Nº 134-83, emitido en 1983 por el presidente de facto Mejía Victores. Con esta ley el ejército reordena formalmente el territorio ixil para el establecimiento de las Aldeas Modelo, y legaliza el expolio de tierra.
Como muchas otras aldeas Tzalbal, se convirtió en un Aldea Modelo o Polo de Desarrollo, comunidades militarmente controlables. Las personas que no huyeron a las montañas o que volvieron porque no soportaron la vida en las montañas fueron asentados en estas Aldeas Modelo. Muchos habitantes las llamaron “campos de concentración”.
En las Aldeas Modelo también se desarrollaron las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), estructuras civiles militarizadas que implantó el ejército. En 1985 más de un millón de hombres colaboraban con el ejército. Negarse a participar en las PAC convertía a un indígena en sospechoso de colaborar con la guerrilla.
Como lo estipulo la ley Nº 134-83, las PAC de Tzalbal fueron obligados a medir la tierra en 1983, tal como cuenta un hombre en la asamblea. Explica en lengua ixil cómo el ejército les prometió tierras si acudían a medir las parcelas, pero fueron engañados. Los habitantes de la Aldea Modelo tuvieron que medir la tierra para que pudiera ser nacionalizada.
El licenciado Ramón Cadena relata que el día 11 de mayo de 1984 el Estado desmembró el titulo original de 1903 y alrededor de 1.495 hectáreas de Tzalbal pasaron a la propiedad del Estado. En un comunicado aprobado al final de la asamblea, las comunidades demandaron que se reinstale su derecho constitucional a poseer la tierra.
La historia se repite, la historia continua
Después tantos proyectos de desarrollo, leyes de desarrollo y polos de desarrollo resulta fácil entender por qué la población indígena de Guatemala sospeche de cualquier iniciativa que apele al “desarrollo”. La mina de oro Marlin en San Marcos dice traer desarrollo, al igual que la cementera en San Juan Sacatepéquez. Las comunidades de estos territorios han entendido que estos proyectos traen más beneficios a sus propietarios que a la población local.
Los decretos emitidos durante la guerra siguen vigentes. Otras leyes se suman a la lista abriendo nuevos territorios o fortaleciendo el control sobre las tierras ya usurpadas. Éste es el caso de la ley de alianzas publicas-privadas que habla de “interés publico” y legaliza el desalojo por ese motivo. Bajo el “Plan de Desarrollo” avanza la Franja Transversal del Norte, añadiendo el Peten y el litoral pacífico. Los desalojos continúan, como el del año pasado en Polochic, que afectó a cientos de familias.
La distribución desigual de la tierra continúa en Guatemala. Según el último censo de 2003 casi el 80% de la tierra productiva permanece en manos de menos de 8% de la población. Mientras tanto, el 45% no tiene tierra suficiente para sobrevivir. No sorprende entonces que la mitad de la población viva en la pobreza y el 17% en la extrema pobreza.
Hasta las mismas personas permanecen en el poder. “Fue Tito el que estaba enseñando a los ejércitos, fue el jefe o el comandante según dicen”, explica Lorena, la joven de 20 años, con una voz baja y preocupada. En la memoria colectiva de las comunidades permanece el recuerdo del militar que comandó el ejercito en Nebaj, Quiché, durante 1982 y 1983. Tito era el pseudónimo que utilizaba nada más y nada menos que Otto Pérez Molina, el candidato presidencial que ganó las elecciones del 6 noviembre de 2011 y el próximo presidente de Guatemala. Un aldeano recuerda que “fue él el que nos obligó a medir la tierra, él estaba al mando cuando nos robaron la tierra”. También el miedo sigue. Si uno habla de Otto Pérez lo hace de forma anónima.
Pero también los mismos pueblos indígenas siguen ahí, luchando por las mismas tierras. “Nosotros tenemos recursos naturales que defender, como pueblos indígenas tenemos derecho a defender nuestros aguas, nuestros bosques, los ríos”, afirma Lorena. “Que las empresas multinacionales regresen a sus tierras con sus trabajos y planes que han hecho o que piensan hacer”, dice Patricio Rodríguez, un hombre de edad avanzada.
Todos unidos: ¡la lucha sigue!
Tzalbal es la primera aldea que descubre que su tierra fue nacionalizada durante la guerra. También es la primera que denuncia públicamente este robo y que demanda que sus tierras sean devueltas sin condiciones. El caso de Tzalbal es ilustrativo del conflicto en Guatemala, un conflicto que tiene la tierra como telón de fondo. Los métodos usados para adquirir la tierra en Tzalbal también resultan familiares. El pueblo originario de Tzabal parece ser protagonista involuntario de un drama que siempre parece repetirse en Guatemala. Un drama de 500 años en el que los invasores, sean españoles, militares o “gobiernos representativos”, roban la tierra de los pueblos indígenas a través de leyes y violencia.
Pero también la lucha de las comunidades sigue. En la asamblea comunitaria se repetían palabras como “preocupación”, “robo” o “capitalismo”. Pero más que nada la sala comunitaria gozaba de una convicción combativa. Unidos todos los presentes gritaron: “No queremos otro patrón!”, “Que se devuelvan nuestras tierras”.
Preguntando cómo piensan recuperar sus tierras Patricio Rodríguez responde: “Con la unión, con manifestaciones, por medio de organizaciones nacionales e internacionales que velan sobre el derecho del pueblo. Vamos a ganar nuestras tierras otra vez. Poco a poco, paso a paso”.
Gregorio, el hombre responsable del agua potable, agrega: “Todos unidos y todos juntos vamos a ir al Congreso, a los ministros, hasta que nos tomen en cuenta. Como ellos hicieron un robo a la comunidad tienen que devolver nuestro terreno, sin condiciones, a nombre de la comunidad. Porque es cierto que la tierra es de nuestros antepasados, de nuestros grandes abuelos que han pasado, ellos nos lo han dejado a nosotros porque somos sus hijos”.
Por razones de seguridad los nombres de los entrevistados en Tzalbal fueron cambiados.