Posts Tagged ‘La Cuerda’

De la memoria del horror a la dignificación

miércoles, enero 16th, 2013

http://comunitariapress.blogspot.com/2013/01/de-la-memoria-del-horror-la.HTML

Por Lily Muñoz / Socióloga feminista
Antes del 24 septiembre recién pasado, Sepur Zarco no significaba nada para quienes acudimos ese día –y los siguientes- al Juzgado B de Mayor Riesgo, donde 15 mujeres q’eqchi’es ofrecieron sus testimonios ante un juez, como prueba anticipada de los crímenes sexuales que el ejército cometió en contra de su humanidad, en el marco del conflicto armado interno.
Luego de escuchar los dramáticos testimonios de las 15 mujeres durante cuatro días continuos, Sepur Zarco (un destacamento militar ubicado entre Alta Verapaz e Izabal) se ha convertido casi en un ícono del horror, para las personas que tuvimos el honor de presenciar ese hecho histórico que -por cierto- ha sentado un precedente único en el mundo, pues nunca antes un tribunal nacional había conocido este tipo de crímenes (abusos sexuales, violaciones tumultuarias, esclavitud sexual, esterilización forzada, entre otros) vinculados a la estrategia militar genocida implementada en Guatemala, de manera más descarnada, en los primeros años de la década de los ochenta.
Los testimonios fueron dibujando poco a poco el modus operandi que permite arribar a la conclusión de que en efecto, la violencia sexual que miembros del ejército guatemalteco ejercieron contra las mujeres en Sepur Zarco, formaba parte de la estrategia militar y, en consecuencia, es posible deducir responsabilidades a los autores materiales, así como a los intelectuales, siguiendo la respectiva cadena de mando.
Un destacamento militar, un campo de concentración
Sepur Zarco hoy, es un monumento al horror, tanto como Auschwitz, el campo de concentración nazi que en 1979 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, como símbolo de la crueldad humana, en el que las evidencias de la tragedia [el holocausto] se mantienen para que se recuerde a las víctimas y para que una catástrofe similar no vuelva a ocurrir.”[1]
Sepur Zarco guarda más semejanza con Ravensbrück, el mayor campo de concentración nazi para mujeres, donde 132 mil personas –mujeres, niñas y niños- fueron sometidas al trabajo esclavo y miles sufrieron violencia sexual por parte de los soldados, pero poco se conoce. Este olvido histórico no es casual ni inocuo, como tampoco lo es el hecho de que en Guatemala por décadas enteras se haya olvidado hablar de la violencia sexual como uno de los graves crímenes cometidos por el ejército durante la época genocida, aun cuando se trata de un delito de lesa humanidad. ¿Tendrá esto que ver con que las víctimas fueron mujeres y además mayas?
Ravensbrück, el infierno de las mujeres, es una obra que recientemente se presentó en España. Los autores se refieren a ella como una historia bastante reveladora de cómo siempre entre los olvidados, hay alguien más olvidado todavía, y esto acostumbra a corresponder a una cuestión de género.[2]
En el caso de Guatemala es además una cuestión étnica. Por lo tanto, Sepur Zarco y Ravensbrück son monumentos al horror, que visibilizan a las mujeres sobrevivientes, como sujetas políticas profundamente comprometidas con la disputa por la memoria histórica y con su propia re-dignificación, es decir, con la recuperación de su dignidad, de la cual habían sido despojadas durante 30 años, tanto por sus victimarios como por la historia oficial. ¿Acaso no era suficiente con despojarlas de sus compañeros de vida, hijas e hijos, tierras, casas, animales, cultivos y de su tranquilidad cotidiana?
Sepur Zarco y Ravensbrück son mudos testigos de las distintas estrategias que las mujeres -entonces víctimas-, implementaron para sobrevivir, en medio de situaciones límite, en las que la única meta asumible era la supervivencia diaria[3], que poco a poco fue cristalizándose en su clara apuesta por la vida y por la libertad, no obstante la aniquilación y la esclavitud simbólica y material a la que se encontraban sujetas.
Importante decisión política: hablar
El hecho de que las mujeres de Sepur Zarco hayan traspasado las barreras del terror y roto el largo silencio impuesto socialmente en torno a la violencia a la que fueron sometidas en aquel infausto 1982 –durante el régimen de Ríos Montt-, hace que ese destacamento inicie el tránsito de la memoria del horror a la memoria de la dignificación.
Este hecho también hace que las protagonistas transiten de la condición de sobrevivientes a la de sujetas políticas activas y actuantes en la lucha por la memoria y por la transformación social, a partir de su decisión política y simbólica de poner sobre la mesa un problema social que esta sociedad todavía no ha sido capaz de reconocer, de discutir y de resolver: la violencia sexual en tiempos de guerra y en tiempos de paz.
Sepur Zarco es sólo el primer monumento al horror que ha sido develado por las mujeres sobrevivientes a los crímenes sexuales cometidos por el ejército en Guatemala, pero lamentablemente no es el único.
En la medida en que más mujeres sobrevivientes se atrevan a romper el silencio en distintos puntos del país, veremos aparecer con mayor claridad las geografías del terror[4] que la época genocida construyó para las mujeres en este país. Entonces tendremos que admitir que ese pasado está más presente que nunca y es preciso conjurarlo a partir de la justicia judicial, social e histórica, para que no tengamos más monumentos al horror, ¡nunca más!
Publicado en: La Cuerda. Miradas feministas de la realidad. No. 161, Año 14. Guatemala, noviembre 2012. Pág. 3.

[1] Microsoft Encarta, 2007.
[2] Armengou, Montse y Ricard Bellis. (2008). Ravensbrück. El infierno de las mujeres. Colección “El Ojo de la Historia”. España: Belacqua.
[3] Beteta Martín, Yolanda. La feminidad normativa y la violencia sexual en el III Reich. La deconstrucción de las identidades femeninas y la explotación sexual de las mujeres en los campos de concentración y exterminio. Revista Electrónica de Historia El Futuro del Pasado, No. 3, Año 2012. En: www.elfuturodelpasado.com
[4] Oslender, Ulrich. (2010) Geografías del terror en Colombia. Geopolítica(s). Revista de Estudios sobre Espacio y Poder. Vol. 1, núm. 1, Año 2010. En: www.revistas.ucm.es

Feminismo comunitario

viernes, junio 8th, 2012

http://lacuerdaguatemala.org/inicio.html

Leer . Descargar / Read . Download: http://lacuerdaguatemala.org/archivo_laCuerda/2012/CUERDA_155_052012.pdf

Nos posicionamos en el lugar de soñar el mundo que queremos. Esta afirmación expresa  Julieta Paredes, lesbiana e indígena aymara, mientras conversa sobre la propuesta del feminismo comunitario que ella disemina por todo el continente, siendo una de sus precursoras.

Aclara que el feminismo comunitario nace de expresiones autónomas y anarquistas que se impulsaban desde el grupo Mujeres Creando Comunidad alrededor de los años noventa. Con la llegada del nuevo siglo fueron parte de la lucha por el agua en Bolivia. En asambleas donde conversaban entre mujeres empezaron a re-conceptualizar categorías y crear nuevas para explicar su realidad. Alrededor de 2005 decidieron nombrarse a partir de su propuestacon una clara oposición al neoliberalismo.

A continuación, Julieta Paredes explica algunas de sus deiniciones:

¿Por qué se nombran feministas?

Porque el feminismo convoca, no es sólo una palabra occidental. Nos dice que las relaciones entre mujeres y hombres no son de equilibrio. Reconocemos que hay una lucha iniciada por las mujeres. Con ellas también nombramos a lasancestras y recuperamos la memoria larga de nuestras abuelas, con lo cual reconocemos nuestro pasado. Además, es castellano y nos ayuda a comunicarnos con el mundo. Es también una propuesta que nos permite compartir saberes y celebrar las diferencias con otras mujeres. Desde la experiencia de Abya Yala hemos deinido feminista como cualquier mujer, en cualquier parte del mundo, en cualquier tiempo de la historia que se revela y lucha contra el patriarcado.

¿Cómo definen patriarcado?

Creemos que no hay descolonización sin hablar de des-patriarcalización. Y ello nos remite a la colonización y la invasión de 1492, cuando hubo una usurpación de nuestros territorios. Así que deinimos el patriarcado como el sistema de todas las opresiones, discriminaciones, dominaciones y violencias que vive la humanidad y la naturaleza, históricamente construidas sobre el cuerpo de las mujeres. Es una decisión política haber construido el patriarcado. La humanidad no nació siendo patriarcal. La lucha feminista comunitaria plantea el derecho de pelear también para nuestros hermanos varones, el proyecto político al que aspiran nuestras comunidades y sociedades. No nos quedamos en ir a pedir un pedacito en la agenda marxista, otro en la indigenista o en la ecologista. Nos posicionamos en el lugar de soñar el mundo que queremos, porque no habrá revolución si no se libera a todas las mujeres. Nuestros hermanos no logran ver
todo lo que signiica la revolución.

¿A qué se refieren cuando hablan de patriarcado originario?

Nuestros hermanos indígenas dicen que el machismo y el patriarcado son culpa de occidente, pero hay un patriarcado originario y tenemos elementos para decirlo. En el pueblo aymara, las niñas eran llevadas a tierra inca por tres motivos: para ser mano de obra barata para la casta dominante inca, que también eran indígenas; ser usadas como amantes de los jefes militares del inca; para sacriicios que el inca requería. Éstos son claros elementos del patriarcado. Había derecho al rito, a la tierra, representación política, pero también había patriarcado. Estamos hablando de un patriarcado originario que en el hecho colonial se entronca y articula con el patriarcado occidental que genera pactos no sólo entre hombres blancos e indígenas, sino también entre hombres blancos y mujeres blancas.

¿Qué significa entronque patriarcal?

El feminismo comunitario ubica dos líneas del tiempo. Una es la de occidente. Por esa época las mujeres de Europa no tenían derechos, ni representación ritual ni manejaban los saberes o la salud. La otra es la de Abya Yala. Nuestros pueblos ya existían para 1492 y eran sociedades y culturas con historia. Por eso decimos que en occidente las mujeres vienen de menos derechos a más. Y en nuestros pueblos las mujeres vienen de más a menos derechos. Con el hecho colonial se conforma el patriarcado actual, a eso le llamamos entronque de patriarcados.

La comunidad como propuesta

Partimos de cómo está formado el cuerpo. Mujer y hombre, el cuerpo tiene dos lados, dos ojos, dos manos, dos pies; una parte somos nosotras las mujeres y la otra los hombres. En medio están las personas intersexuales. No nos estamos reiriendo a femenino o masculino, pareja heterosexual ni al género. Una parte está caminando y la otra está atrofiada. El patriarcado y el machismo lo permiten.
Nosotras queremos abrir el pensamiento múltiple en el que se necesita como mínimo dos personas que pueden ser tres. La base del pensamiento occidental es el uno: el yo. Para nosotras, es el dos que puede ser tres. Vemos el uno como el todo. Es otra forma de pensar el mundo, de ver la realidad, con base en la inclusión del otro para estructuración del uno y la posibilidad de lo múltiple. Caminando atrofiados nos vamos a caer, a equivocar, porque una parte del cuerpo no funciona. Para poder mirar bien se necesitan dos ojos. Entonces tienen que aprender a saber que lo que están mirando no es la palabra de toda la comunidad, es la mitad. Los feminismos occidentales plantean los derechos individuales de las mujeres como procesos de igualdad. Nosotras hablamos de un lugar común de mujeres, hombres y personas intersexuales a la que nombramos comunidad.